En la siguiente carta que reporducimos se puede no solo apreciar el pensamiento político de Rosas con respecto a la Organización Nacional, sino que, también se puede ver como Rosas dilataba la convocatoria a un Congreso Constituyente que organizace al país a través de una Constitución -dilatación debida para no afectar los intereses políticos y económicos de Buenos Aires puesto que, la organización conllevaba implícitamente la nacionalizacíón de la Aduana de Buenos Aires y la federalización de la Ciudad de Buenos Aires.
Correspondencia entre Rosas y Facundo Quiroga
De Rosas a Quiroga
Hacienda de Figueroa en San Antonio de Areco, diciembre 20 de 1834
“…. Nadie, pues, más que usted y yo podría estar (más) persuadido de la necesidad de (una Constitución Nacional) [la organización de un Gobierno General, y de que es el único medio de darle ser y respetabilidad a nuestra República]. ¿Pero quién duda de que este debe ser el resultado feliz de todos los medios proporcionados a su asecución? ¿Quién aspira a un término marchando en contraria dirección? ¿Quién para formar un todo ordenado y compacto, no arregla y solicita [primeramente] (antes) bajo una forma regular y permanente, las partes que deben componerlo? ¿Quién forma un ejército ordenado con un grupo de hombres, sin jefes, sin oficiales, sin disciplina, sin subordinación, y que no cesan un momento de acecharse y combatirse contra sí, envolviendo a los demás en sus desórdenes? ¿Quién forma un ser viviente y robustos con miembros muertos o dilacerados, y enfermos de la más corruptora gangrena, siendo así que la vida y robustez de [ese]nuevo ser en complejo no puede ser sino la que reciba de los propios miembros de que se haya de componer? (…). (…) es absolutamente necesario entre nosotros el sistema federal, porque, entre otras razones de sólido poder, carecemos totalmente de elementos para un gobierno de unidad. (…) Obsérvese que una República Federativa es lo más quimérico y desastroso que pueda imaginarse, toda vez que no se compongan de estados bien organizados en sí mismos, porque conservando cada uno su soberanía e independencia, la fuerza del poder General con respecto al interior de la República es casi ninguna (…)
(…) en el estado de agitación en que están los pueblos, contaminados todos de unitarios, de logistas, de aspirantes, de agentes secretos de otras naciones y de las grandes logias que tienen en conmoción a toda la Europa, ¿qué esperanza puede haber de tranquilidad y calma al celebrar los pactos de la Federación, primer paso que debe dar el Congreso Federativo, en el estado de pobreza en que las agitaciones políticas han puesto a todos los pueblos?. ¿Quiénes, ni con qué fondos podrán costear la reunión y permanencia de ese Congreso, ni menos de la Administración General? ¿Con qué fondos van a contar para el pago de la deuda exterior Nacional invertida en atenciones de toda la República, y cuyo cobró será lo primero que tendrá encima luego de que se erija dicha administración? (…)
El Congreso General debe se ser convencional y no deliberante, debe ser para estipular las bases de la Unión Federal y no para resolverlas por votación. [Debe ser compuesto de diputados pagos y expensados por sus respectivos pueblos, y sin esperanza de que uno sopla el dinero a otros, porque esto que Buenos Aires pudo hacer en algún tiempo le es en el día absolutamente imposible] (…)
(…)
Lo primero que debe tratarse en el Congreso (…). (…) es donde ha de continuar sus sesiones el Congreso, si allí donde está o en otra parte. Lo segundo es la Constitución General, principiando por la organización que habrá de tener el Gobierno General, qué explicará de cuantas personas se ha de componer, ya en clase de Jefe Supremo, ya en clase de Ministros, y cuáles han de ser sus atribuciones, dejando salva la soberanía e independencia de cada uno de los Estados Federales. Como se ha de hacer la elección, y que calidades han de concurrir en los elegibles; en donde ha de residir este Gobierno y que fuerza de mar y tierra permanente en tiempo de paz es la que debe tener para el orden, seguridad y respetabilidad de la República.
(…)
(…) debe tratarse de crearse un fondo nacional permanente que sufrague a todos los gastos generales, ordinarios y extraordinarios, y al pago de la deuda nacional (…). A la formación de ese fondo, lo mismo que con el contingente de tropa para la organización del ejército nacional, debe contribuir cada Estado federado, en proporción a su población (…)
(…) después de todo esto, es cuando recién se procederá al nombramiento del [Jefe] (Presidente) de la República, y erección del Gobierno General. (…)
(…) No habiendo [pues] hasta ahora entre nosotros, como no hay, unión y tranquilidad, menos mal es que no exista (esa Constitución) que sufrir los estragos de su disolución (…)”
En Archivo General de la Nación, Sección Farini, Leg. 18.
Extraído de: BARBA, Enrique. Correspondencia entre Rosas, Quiroga y Lopez. Hyspamérica. Buenos Aires, 1986. pp. 94 -105