División de la sociedad en tres órdenes (fiens del siglo X).
Según Adalberón, obispo de Laon. Carmen ad Rotbertum regem (ed. G.A. Huckel, Les poemes satiriques d' Adlaberon, en Bibliotheque de la Faculté des Lettres, de l' Université de París,
El orden eclesiástico forma un solo cuerpo, pero la división de la sociedad comprende tres órdenes. La ley humana (en efecto), distingue otras dos condiciones. El noble y el no libre no son gobernados por una ley idéntica.
Los nobles son los guerreros, los protectores de las iglesias. Defienden a todos los hombres del pueblo, grandes y modestos, y por tal hecho se protegen a ellos mismos. La otra clase es la de los no libres. Esta desdichada raza nada posee sin sufrimiento. Provisiones, vestimentas son provistas para todos por los no libres, pues ningún hombre libre escapaz de vivir sin ellos.
Por lo tanto, la ciudad de Dios, que se cree una sola, está dividida en tres órdenes: algunos ruegan, otros combaten y otros trabajan. Estos tres órdenes viven juntos y no soportarían una separación. Los servicios de uno de ellos permiten los trabajos de los otros dos. Cada uno, alternativamente, presta su apoyo a todos.
En tanto prevaleció esta ley, el mundo gozó de paz (En la actualidad) las leyes se debilitan y ya desapareció la paz. Los hábitos de los hombres cambian, como cambia también la división de la sociedad.
BOUTRUCHE, Robert. Señorío y feudalismo I. Los vínculos de dependencia. Siglo XXI. México. 1995. p. 307
El vínculo de los colonos a los dominios.
a) Código Justiniano, XI, 52.
Los colonos, aunque parezcan de condición libre, son sin embargo considerados como los esclavos de la misma tierra en que nacieron.
b) M. G. H. Capitularia regum Francorum, ed. Boretiux, t. I, nª 56, p. 143: 803 -813.
A fin que los hombres del fisco, colonos o esclavos, que permanecen bajo poder ajeno, cuando sean reclamados por el primer señor, no huyan a lugares que no sean los del lugar de origen, que cada uno vuelva allí donde se lo ha visto residir y que se confirme su status y parentela.
c) H. Wopfner, Urkunden zur deutschen Agrargeschichte, Stuttgart, 1925, nª 43, p. 52, según M.G.H. Formulae Merovingici et Karolini aevi, ed. Zeumer, 2ª parte, 1886, p. 463: aprox. 817 -840.
Deberían ser colonos de este santo, pero culposamente abandonaron sus terrazgos de colonos. De ningún modo pudieron explicar el motivo de esa partida; y se reconocieron colonos de este santo.
BOUTRUCHE, Robert. Señorío y feudalismo I. Los vínculos de dependencia. Siglo XXI. México. 1995. p. 274.